El Ing. José F. Díaz, especializado en pavimentos, se volcó a las energías renovables en diversos proyectos en Paysandú y en los últimos años se dedicó a formarse en hidrógeno verde. En entrevista con La Mañana, propuso la utilización de agua salada en los proyectos destinados a producir este combustible en lugar de acuíferos, dado que no se sabe cuál sería su recuperación. Por otro lado, opinó que Uruguay debería aprovechar el hidrógeno para generar una industria local y no solo para exportar a Europa.
¿Cómo comenzó su vínculo con la ciencia y cómo terminó trabajando en energías renovables?
Soy ingeniero civil, pero después participé en proyectos en Paysandú y profundicé en las energías renovables. La ingeniería en mi caso en particular siempre estuvo muy vinculada al asfalto, área en la que soy especialista. Me fui muy joven, a los 12 años –por el año 74– me llevaron de Paysandú a Brasil porque nos tuvimos que ir del país y me eduqué allí. Hice la universidad en Santa María. La especialización en asfalto hizo que tuviera un desarrollo en la parte química y física. Después, cuando fui director de Vialidad en Paysandú, viendo cómo venían las cosas con las energías renovables, se hizo una demostración para elaborar biocombustibles a base de girasol y el alcohol lo brindaba Ancap, que era destilado de sorgo. Eso dio muy buen resultado, llegamos a usarlo en un momento de la crisis prácticamente puro, en maquinaria pesada. Eso demostraba que había una posibilidad de hacer un combustible en Uruguay sin necesidad de importar, y lo mejor era que podía participar el sector agrícola en ese proceso. Nosotros visitamos algunas plantas de biodiesel en Argentina, donde se estila que los productores lleven el grano y luego se lleven el biocombustible procesado a cambio. Lo que resta de todo eso se procesa en alimento para vacunos.
¿Por qué no se continuó con esa actividad?
Acá se demostró que podía hacerse ese proceso, pero lamentablemente, hay cambios de gobiernos y hay algunos que ven las cosas de forma diferente. Entonces, se trajeron las cosas de China, que era la que tenía en ese momento las prensas y lo que se necesitaba para que se produjera la transesterificación del aceite con el alcohol, y eso quedó todo abandonado. Más tarde empezó a venir la oleada de lo eólico y de lo solar. Ahí tuve algunas intervenciones importantes en proyectos de energía solar. Con la parte eólica ya no porque eso era muy comercial; sí pudimos instalar pequeños aerogeneradores que venían de China, que dieron algún resultado, pero el problema era que las baterías y el repuesto eran difíciles de conseguir. Nosotros siempre hemos estado muy dedicados no tanto a la industria, sino más bien a los pequeños emprendimientos como con algún productor rural que obtenía su energía directamente del sol o del viento sin tener necesidad de acudir, en este caso, a UTE.
¿Cómo se adentró en el estudio del hidrógeno en particular?
La pandemia fue definitiva para dedicarme a estudiar de lleno el hidrógeno. Tuve la oportunidad de estar en Argentina y hacer algunos cursos. No había cursos exactos, excepto en la Universidad Nacional de Río Negro. Mi profesor fue el doctor Fernando Zinola, de quien yo conocía un proyecto desde hacía muchísimos años. Él había creado la celda de combustible para ómnibus, yo conocí uno en San Pablo que se movía a hidrógeno. Estamos hablando de hace 20 años. Eso me llamó muchísimo la atención. Después intenté buscar dónde estaba ese conocimiento en Uruguay y me encontré con que no había un desarrollo de magnitud. Los partidos políticos han intentado crear una hoja de ruta sobre qué es lo que podemos hacer en Uruguay para fabricar algo referente al hidrógeno y eso me llevó a ponerme en contacto con él.
¿Qué opinión tiene acerca de la planta que se prevé instalar en Paysandú y que tiene tantos detractores?
En Paysandú se va a instalar una planta muy importante, pero es de combustible sintético que va a ir a Europa. Uruguay tendrá participación en los impuestos que se podrían cobrar, pero nada más. Lo que nosotros nos preguntamos es por qué, si se genera hidrógeno aquí, no se tiene en cuenta la contaminación que emite la planta de cemento Portland, que es uno de los contaminantes más importantes que ha crecido en forma más rápida en estos últimos años, porque la producción de cemento en Asia y en Europa se ha visto muy incrementada. La planta emite unas 500 toneladas de CO2 por día. Entonces, sería muy bueno que pudiéramos, ya que estamos hablando de descontaminar, usar parte de ese hidrógeno que se va a producir en la planta de Portland, es decir, hacerla funcionar a hidrógeno y generar un cemento totalmente ecológico. Eso sería algo brillante que debería estar dentro de las pautas de un gobierno que tiende a descarbonizar, porque si no, estamos hablando de que descarbonizamos, pero producimos un combustible para que se descarbonice Europa. Eso puede ser un negocio, pero también es importante que podamos usarlo nosotros, o el hidrógeno como tal para hacer funcionar celdas de combustible, algo que en la facultad el Dr. Zinola tiene hecho hace 25 años. ¿Por qué Uruguay no puede apostar a realizar este tipo de celdas de combustible para un motor eléctrico de un camión, por ejemplo? Es importante que el país no solo cree elementos combustibles sintéticos, sino que también pueda desarrollarse a través de la producción de hidrógeno.
El Dr. Zinola afirma que “el verdadero hidrógeno sustentable no es de agua dulce ni de acuífero, es de agua salada”. ¿Está de acuerdo?
Sí. Las plantas se pueden hacer con agua salada. El Dr. Zinola tiene un equipo con el que no es necesario producir con agua dulce. La producción con agua salada es fundamental porque no hay que salinizar. Y nosotros no estamos de acuerdo con que se use el agua de un acuífero porque no sabemos exactamente cuál será su recuperación. En cambio, teniendo el océano y el mar, sería más justo que las plantas se proyectaran tomando agua salada.
¿Por qué cree que el gobierno anterior accedió a que las multinacionales explotaran acuíferos, que son recursos tan importantes, cuando existen alternativas como la utilización del agua salada?
Creo que esto tiene otro fondo mucho más importante. El hidrógeno como tal hace muchísimos años que se conoce, pero ¿cuánto hace que empezamos a escuchar sobre eso en Uruguay? En el año 2018, el gobierno del doctor Tabaré Vázquez había firmado un convenio para hacer una planta demostrativa para producir hidrógeno con agua salada en Punta Lara. ¿Qué pasó? Cambió el gobierno y ese proyecto no siguió adelante y destinó todo lo que había de dinero para hacer este tipo de proyectos a la investigación y a los viajes a Europa y a otros lugares a tomar conocimiento, pero en un grupo muy cerrado. O sea, esto tiene una gran proyección mundial, donde hay muchísimo dinero en juego y donde ciertas cosas pasaron y pasan a las personas y a los partidos políticos, donde uno quiere tratar de apropiarse de las ideas.
Me llamaron mucho la atención las palabras de la ministra saliente que dijo que todo esto se trató con mucho ocultismo. Si le ocultaron al gobierno muchísimas cosas del proceso del hidrógeno, ¿cuánto se habrá ocultado a las personas comunes? Yo viajo por todo el país y la gente no tiene idea de qué es lo que pasa con este tema. El hidrógeno se descubrió hace 150 años, pero Uruguay no atravesó un proceso de concientización, no le dijo a la gente cómo llegó a que se pudieran instalar las plantas. Entonces, si nosotros sabíamos que íbamos a ser un país tendiente al hidrógeno, ¿por qué no había carreras en la universidad dedicadas a las energías alternativas? Todo explota hoy en una inversión prácticamente depurada. Me parece que faltó no solo comunicación, sino también la información de cuál fue el desarrollo que llevó a esto. ¿Alguien desarrolló todo esto y pensó y lo estudió? Porque en el medio quedaron muchas incógnitas.
¿A qué adjudica el ocultamiento?
Quien dijo que se había tratado todo este tema con cierto secretismo fue nada más y nada menos que la exministra de Industria. ¿Es posible que la ministra, el presidente de Ancap y los mandos de la energía en Uruguay no estén coordinados? Es bastante complejo pensarlo. Yo no puedo creer que cada uno haya actuado por cuenta propia. Si va a venir una inversión de gran porte, ¿no participa el gobierno o el ministerio? ¿No sabe el ministerio a dónde va a ir el proyecto o qué perjuicios puede tener? Entonces, si desde el mismo gobierno están entre ellos ocultándose cosas, es llamativo. Lo que queda claro es que hubo una participación de ciertas empresas con algunos actores del gobierno que no dijeron lo que tenían que decir u ocultaron cosas. Todo tiene un fin económico. ¿Por qué no se preguntó nada a la gente que estaba vinculada, como en este caso, a Zinola, que es un referente? ¿Por qué no se habló a ver qué era lo que había? Todo eso quedó a un costado. Todo lo trajeron de Europa, justamente, trajeron la inversión. Entonces, esto está atado a lo económico.
Más allá de esto, ¿cree que el desarrollo del hidrógeno verde en Uruguay puede ser una forma de generar una nueva industria y a su vez empleo para la población?
Sin duda. Ancap ya se tomó el trabajo de hacer varios estudios en la zona de nuestra plataforma marina para colocar aerogeneradores y captar la energía para hacer hidrógeno en el mar, cosa que sería espectacular. En algunos lugares de Europa está lleno de aerogeneradores. Uruguay puede generar una matriz de su combustible a partir del hidrógeno; puede pasar a ser un productor de una energía totalmente renovable porque cumple con una cantidad de determinaciones que hay que cumplir, como tener la matriz energética totalmente sustentable, tener agua, tener una buena radiación solar y vientos permanentes bastante importantes, todos esos componentes lo hacen ideal para producir hidrógeno. Lo va a vender como nafta a Europa, sí, pero también puede utilizarlo para generar amoníaco y fertilizantes verdes, y para producir, como te decía, cemento Portland totalmente biológico, con lo cual podría ser uno de los primeros países del mundo cuya matriz energética pueda exportarse en diferentes tipos de cosas.
¿Cuál es la importancia del hidrógeno pensando a futuro?
El hidrógeno va a ser lo que mueva el mundo en el futuro, porque sabemos que la contaminación con CO2 provoca los efectos climáticos que hemos tenido. El CO2 es el que fija la temperatura sobre la corteza; si nosotros no tuviéramos CO2, nuestro planeta sería de 20 grados bajo cero. Entonces, es necesario en su justa medida. Ahora, si nosotros elevamos la cantidad, por supuesto que ocurre el calentamiento global. Por lo tanto, ¿podemos descontaminar? Sí, claro que sí. Podemos usar esa energía para nosotros, incluso podemos empezar a usar el hidrógeno en vehículos con un kit de celdas de combustible. Todo es posible, pero tendríamos que empezar a generarlo en Uruguay. Eso implicaría dar mano de obra y ayudar a que toda la matriz energética pueda cambiarse, pero que también podamos vernos beneficiados. Porque si no, puede suceder lo mismo que está pasando ahora con la pulpa de celulosa: en algunos casos deja algo, pero la pulpa se va para Europa y nosotros no tenemos ni siquiera un papel. Lo que tenemos que entender es que se pueden crear cosas, pero que quede algo en Uruguay. Y que también se utilice el conocimiento que tienen los uruguayos, porque hay muchísimos que tienen un conocimiento enorme en este campo y, lamentablemente, lo que hemos visto es que el sistema político –sin importar el color partidario– se ha encargado de no hacer participar en esto al gran caudal de materia gris que tenemos.
¿Qué visión tiene del proceso que ha llevado adelante el Estado uruguayo para descarbonizar su matriz energética?
El proceso que ha desarrollado Uruguay ha sido muy bueno. Hoy el 94-95% de la energía que produce el país es hecha a través del agua, el viento y el sol. Quiere decir que somos uno de los pocos países del mundo que genera la energía totalmente libre de emisiones de carbono. Ese proceso que ha seguido Uruguay en cuanto a su matriz energética ha sido espectacular y en eso tienen mucho que ver los sucesivos gobiernos que sí dijeron “vamos a hacer esto”, pero no pasó lo mismo con el hidrógeno. Hoy hay dos proyectos, uno de UPM y otro de Montes del Plata, que son para mover camiones a base de hidrógeno. Eso se puede empezar a hacer en todo el Uruguay, no solamente con esos dos equipos. El hidrógeno se puede transportar en tubos y hacer hidrogeneras en diferentes puntos del país para que los camiones puedan cargar y así tener más mano de obra. También podemos construir celdas de combustibles para empezar a cambiar los vehículos. Eso es totalmente posible. Hay una cantidad de cosas que Uruguay puede hacer con hidrógeno y que no sea solamente para exportación.
Resaltó el papel que tendrá el hidrógeno en el futuro. En ese sentido, ¿qué desafíos ve para Uruguay en el desarrollo de esta alternativa en materia de energía? ¿Cuál debería ser el rol del Estado?
El agua es un recurso muy importante para cuidarlo, pero también tenemos que decir que en esto hay muchísima desinformación. Hay gente que dice muchas cosas y hay gente que dice cosas tendenciosamente. El hidrógeno va a terminar siendo seguramente el combustible del futuro, porque el hidrocarburo en algún momento se va a terminar, o sea, aparte de ser contaminante, se va a terminar. Y todo el mundo lo sabe. Entonces, Uruguay tiene la posibilidad hoy, cierta, de dar pasos al frente, pero tiene que hacerlo con muchísimo cuidado, con muchísimo respeto al medioambiente y sobre todo pensando de aquí en más qué es lo que nosotros podemos hacer por nuestro país, y no pensando en que viene una empresa multinacional que va a traer todo de Europa. Uruguay solamente va a brindar la mano de obra cuando se haga la planta. En este tema del hidrógeno hay muchísimas cosas que se pueden hacer en Uruguay que se deberían comenzar a estudiar. Y quizás el Estado debería ver la forma de empezar a ayudar a los nuevos técnicos a que se formen y a las nuevas camadas de científicos a desarrollar más y mejor este tipo de alternativas de combustible.