Tres semanas es un período demasiado corto para evaluar el impacto de las medidas económicas anunciadas por el presidente Trump, especialmente en el área del comercio exterior, donde los rezagos entre causa y efecto suelen prolongarse. Pero a juzgar por la reacción de los mercados financieros puede concluirse que aún existe sustancial consternación, aunada a la apertura de polémicos frentes nuevos ya sea internos o internacionales.
El impacto arancelario
Para empezar, existe cierto escepticismo en cuanto al logro de los objetivos asociados a la política arancelaria y a la guerra comercial que ha suscitado. Por un lado, se espera un impacto inflacionario considerable, como resultado de los impuestos a los bienes importados, acompañado por una caída en su demanda. Por otro ya se nota una sensible depreciación del dólar.
Los aranceles son impuestos al consumidor que recauda el gobierno y que benefician a los productores nacionales con un muro protector detrás del cual pueden operar con precios y ganancias mayores. Pero esto no es más que una redistribución de ingresos de los consumidores hacia el fisco y los sectores no competitivos. Según la desempolvada ley de simetría de Lerner, un impuesto a las importaciones termina siendo un impuesto a las exportaciones a medida que los recursos de producción fluyen de los sectores competitivos a los no competitivos. En tal caso debería producirse un impacto recesivo que –junto a la inflación– terminaría conformando un cuadro de “estanflación”.
Los mercados financieros
Bajo este escenario no extraña que las bolsas hayan reaccionado de forma marcadamente negativa en cuanto a la cotización de las acciones, llevando inversores a considerar el tradicional refugio de los bonos del tesoro norteamericano. Ello en principio tendería a subir el precio de los bonos, lo cual implica una caída en su rendimiento. Asimismo, en caso de un escenario recesivo normal sería de esperar que la Reserva Federal (FED) bajara la tasa de interés para estimular la economía, lo cual implicaría una valorización adicional de los bonos.
Pero aquí entra el tema de las expectativas. Si el escenario recesivo resulta a la vez inflacionario (“estanflación”) la FED debería subir la tasa de interés para combatir la inflación, lo cual desvalorizaría los bonos. Estas expectativas están causando que acciones y bonos se estén desvalorizando conjuntamente. En cambio, el oro se valorizó 23% en lo que va del año mientras que la riesgosa opción crypto crece en atractivo.
Bajen la tasa ¡ya!
Trump cree que la opción es entre recesión o inflación. El mercado, en cambio, cree que coexistirán ambas. Los aranceles traerán inflación al aumentar el precio de las importaciones, mientras que la caída en el comercio internacional tendrá efectos recesivos. El dilema de la FED está entre mantener la tasa de interés para evitar mayor inflación o bajarla para estimular el nivel de actividad.
En su inimitable estilo Trump está amenazando con echar al presidente de la FED Jerome Powell si no accede a bajar la tasa, haciéndolo saber de forma insultante por todos los medios. Powell, en cambio, a quien le queda poco más de un año en el ejercicio del cargo, ha dicho que tiene la intención de cumplir su mandato.
La FED fue creada por el Senado de los EE. UU. en 1913 con un mandato doble: velar por la estabilidad de precios y promover el pleno empleo. Su consejo directivo se compone de siete miembros nominados por el presidente de la república y sujetos a la aprobación del Senado. Pero el sistema fue estructurado de tal forma que el presidente de la república carece de la potestad de separar del cargo al presidente de la FED (salvo por ineptitud, negligencia o malversación). En caso de intentarlo, los obstáculos judiciales serían formidables en un clima de crisis constitucional a dirimir en la Corte Suprema.
El principal motivo por el cual ha habido en las últimas décadas una gradual adopción por muchos países de la premisa de que los bancos centrales deben gozar de autonomía frente a la autoridad política de gobierno se refiere a limitar la creación excesiva de dinero para financiar gastos (especialmente en años electorales). Se busca con esta medida evitar la inflación y la inestabilidad financiera.
Mientras tanto, allá en el rancho
- No ha habido progresos en las tratativas tendientes a finalizar la guerra ruso-ucraniana. Trump ha dicho que, en caso de no producirse pronto un avance, desistirá de sus intentos de mediación.
- En el terreno de la educación superior el gobierno está presionando a las universidades más prestigiosas del país a actuar con más severidad en contra de manifestaciones antisemitas, así como entregar datos confidenciales acerca de la conformación del claustro y estudiantado. La Universidad de Harvard se ha negado a algunos de los requisitos, motivo por el cual el gobierno ha cancelado programas conjuntos por cifras multimillonarias. Las partes están en litigio.
- El gobierno se ha negado a repatriar a los EE. UU. un inmigrante salvadoreño quien fue deportado por equivocación, a pesar de una orden de la Corte Suprema en tal sentido.
- Por orden ejecutiva los EE. UU. se dieron de baja de la Organizacional Mundial de la Salud, así como de varios organismos de la ONU (incluyendo el Consejo de Derechos Humanos). La permanencia en Unesco está bajo estudio.
- El Fondo Monetario Internacional proyecta crecimiento de 1,7% en 2025 y 1,8% en 2026 en el PBI de los EE. UU. Para China las cifras son de 4% para ambos años, mientras que para Europa se proyecta 0,8% y 1,2% respectivamente.
*Doctorado en Economía por la Universidad de Stanford. Exdirector ejecutivo del Banco Mundial.