Si hablamos de la ley de la oferta y la demanda o el libre mercado, todos pensamos en Adam Smith. ¿Pero fue él quien descubrió las leyes del mercado?
Si bien la economía moderna tiene varios padres, todos ellos religiosos católicos medievales, quien desarrolló la teoría cuantitativa del dinero y de la teoría del valor escasez fue el dominico español, Martín de Azpilcueta (1492-1586), profesor de la Universidad de Salamanca.
Cuando empezó a llegar a España el oro y la plata traídos de las Indias, su stock creció más rápido que el del resto de bienes, y esto hizo que los metales preciosos se depreciaran con respecto a los bienes de capital.
Azpilcueta estudió el problema y describió la relación entre el aumento de la cantidad de dinero en circulación y el aumento de los precios. Así nacieron la “teoría cuantitativa del dinero” y la “teoría del valor-escasez”, dos de los principios básicos de la macroeconomía moderna. En su Comentario resolutorio de cambios, Azpilcueta escribe:
“En los países donde existe una gran escasez de dinero, el resto de los bienes vendibles y la mano de obra de los hombres, se ofrecen por menos que en otros donde el dinero es abundante. En Francia, donde el dinero es más escaso que en España, el pan, el vino, la ropa y el trabajo valen mucho menos. […] La razón de que esto ocurra es que el dinero vale más donde y cuando escasea que donde y cuando abunda. Que la escasez de dinero rebaje el precio de otros productos tiene su origen en la circunstancia de que al aumentar excesivamente [de valor], otras cosas parecen inferiores”.
Azpilcueta definió así la “teoría del valor-escasez”: “Toda mercancía se hace más cara cuando su demanda es más fuerte y su oferta escasea”. Por eso, cuando se generaliza el temor ante una posible situación de escasez futura, el dinero circula más rápido y los precios suben.
También reconoció Azpilcueta que si el dinero es una mercancía tiene un valor y hay que pagarlo. Cobrar interés por los préstamos es lícito dentro de ciertos límites, aunque el Estado debe intervenir para evitar la usura.
Otro dominico y salamanquino genial fue Francisco de Vitoria (1483-1546). Fue el padre del moderno derecho internacional y el precursor de los derechos humanos.
En 1539, en su obra De Indis, se pregunta si es lícita la donación papal de las tierras conquistadas en el Nuevo Mundo a la Corona española. Se pregunta además si los nativos eran verdaderos dueños de esas tierras; si los títulos de propiedad usados por los conquistadores justificaban la ocupación de América y si había argumentos legítimos para que la Corona reclamara el dominio.
Según Vitoria, los nativos, “ejercen el uso de razón” y “la capacidad de dominio del hombre deriva de su condición personal”, con lo cual, “ningún pecado ni infidelidad […] impide al hombre ser dueño de sus bienes”. Fundamenta los títulos de dominio jurídico en la naturaleza de la persona humana, sostiene que el papa no tiene “ninguna potestad temporal sobre aquellos bárbaros y demás infieles”, y cree que el papa no puede delegar en el emperador el poder temporal universal del cual era depositario.
Vitoria afirma que “todos los hombres son por naturaleza, libres e iguales”, defiende el orden natural, afirma la total gratuidad del orden sobrenatural y establece la necesidad de evitar la coacción en materia de fe: “Aunque los bárbaros no hayan querido recibir la fe que les fue anunciada, no es lícito por esa razón hacerles la guerra ni despojarlos de sus bienes”.
Creer, para Vitoria, es una acción libre. Y la fe, un don de Dios. La verdad de la fe cristiana no se puede imponer por la fuerza: no es lícito violar el íntimo sagrario de la conciencia personal.
Vitoria sostiene finalmente que existe “una comunidad internacional de la que forman parte todas las naciones en igualdad de derechos y cuyos miembros deben tender al bien común.” A partir de allí deduce lo que hoy llamamos “injerencia humanitaria”: “a todos mandó Dios el cuidado de su prójimo, y prójimos son todos aquellos (los nativos americanos): luego, cualquiera puede defenderles de semejante tiranía u opresión (los caciques tiranos, esclavistas y antropófagos). Así justificó Vitoria el dominio de España sobre los territorios indianos, aunque lo primero, siempre fue la evangelización de los pueblos nativos.
Estos dos genios, salieron de esa España que la leyenda negra tiene por fanática, ignorante y retrógrada.