La palabra crisis evoca en muchos casos imágenes negativas que, en su conjunto, de alguna forma son la expresión implícita de que algo no funcionó bien. Pensamos en colapsos financieros, quiebras, desastres naturales (provocados por la acción del hombre) o pandemias. Una crisis opera en muchos casos como una disrupción profunda. Las crisis se presentan como un punto de inflexión en el que un sistema, ya sea la vida de una persona, el desarrollo comercial de empresa o el destino de un país, pueda incluso, en casos extremos, enfrentar una amenaza existencial. Pero cabría preguntarse reflexivamente si las crisis son siempre contraproducentes. ¿Son las crisis solamente eventos negativos que hay que superar?
Como sugiere la etimología china respecto de esa condición excepcional: la palabra crisis es una combinación de peligro que puede implicar posibilidades de cambio. Nosotros utilizamos nuestro proceso de acercamiento a las crisis considerando este doble sentido. Procuramos que más allá de lo anecdótico de cada situación excepcional que puede ser incluso traumática, lo importante es transmitir ante el peligro y el cambio una lección de resiliencia y mentalidad positiva. Consideramos que en medio de toda crisis yace la semilla de una oportunidad. Procuramos reconocer que los momentos de mayor dificultad pueden ser también catalizadores de cambio y crecimiento. Finalmente, si bien debemos esforzarnos para evitar que las crisis se materialicen, “no todo es malo” cuando estas se desatan.
Consideramos que hay algo que es importante interiorizar respecto de las crisis. Será necesario convivir con crisis y cada vez deberemos hacerlo de manera más recurrente. Las crisis son en general inevitables y como procesos de ruptura con la normalidad del presente, forman parte del ciclo de la vida, de la naturaleza y de la sociedad. Sin embargo, no todas las crisis son iguales, y la distinción entre las antrópicas y las no antrópicas es crucial. Las crisis antrópicas son un reflejo de nuestras propias fallas y es en ellas donde reside la mayor oportunidad de aprendizaje. Nos obligan a examinar nuestros modelos de pensamiento, nuestros sistemas y nuestras decisiones. Este es el tipo de crisis que hemos estudiado por muchos años.
¿Qué podemos decir de este proceso de aprendizaje continuo sobre crisis antrópicas que hemos desarrollado como investigadores de lo incierto? El verdadero beneficio de una crisis no es simplemente “sobrevivir” a una condición excepcional que distorsiona la realidad, sino considerar la posibilidad de convertir esa crisis en un catalizador para el cambio. Ante una crisis se genera un momento especial para poder reevaluar lo que se hizo mal y tomar acciones proactivas para no solo evitar que el escenario se repita, sino para construir sistemas más resilientes, justos y sostenibles para el futuro. Este es el gran desafío profesional sustantivo de los especialistas que se dedican a gestionar crisis.
¿Qué desafío ocultan las crisis antrópicas? Las crisis antrópicas que los seres humanos activamos representan la paradoja del éxito humano. Precisamente, nuestra inteligencia y capacidad para modificar el entorno nos han llevado a un nivel de desarrollo sin precedentes, pero al mismo tiempo, ese mismo poder está estabilizando los sistemas que sostienen la vida en el planeta. La comprensión de este concepto paradojal de que el progreso es un arma de doble filo es el primer paso fundamental para buscar las mejores soluciones. Dado que el origen es humano, la solución también debería serlo, requiriendo una transformación profunda hacia la sostenibilidad, la equidad y una nueva relación con la naturaleza.
¿Qué queremos rescatar de estos aportes preliminares del entendimiento de las crisis? Una crisis es en definitiva el final de lo viejo y el comienzo de los nuevo. El momento personal en que nos jubilamos suele desatar una crisis. La ruptura de un mundo concentrado en el trabajo dando lugar a un mundo girando en torno al esparcimiento. La crisis de la Caja Profesional es un momento de ruptura entre el modelo legado de recaudación por un sistema de fictos por un sistema nuevo que todavía no se ha consolidado. El Uruguay enfrenta una crisis demografía existencial que está provocando la quiebra de su modelo de beneficencia y camina hacia un destino incierto, sobre todo porque no hay acuerdo sobre un conjunto de reformas estructurales que lucen como necesarias, no son todavía políticamente viables.
Está claro que cada persona que se jubila enfrenta los desafíos de una disrupción profunda, donde se producirá un punto de inflexión en lo que representa el mundo centrado en el trabajo, para dar un salto a otro espacio vital con más de ocho horas sin tener obligatoriamente que trabajar. No será un cambio menor, sino un verdadero punto de inflexión en la vida de toda la familia de quien se jubila. Flota en el aire una pregunta inquietante: ¿convertirse en jubilado será algo mejor o peor? No lo sabemos, pero sin duda será algo distinto. Un antes y un después, con consecuencias sobre gran parte de los aspectos relevantes de la vida personal y familiar. La jubilación producirá un cambio en general irreversible, que plantea enormes desafíos.
La Caja Profesional enfrenta desafíos existenciales, desde hace más de una década. El sistema está viviendo un momento de ruptura, que se vislumbra que será extremadamente traumático. Sabemos que el modelo actual de la Caja Profesional no es sustentable. Los ajustes acordados entre gallos y medianoche simplemente tiraron el momento del colapso para más adelante. Se necesitan cambios estructurales muy importantes, pero no queda clara la voluntad política de buscar una solución, que no afecte los derechos adquiridos por los actuales beneficiarios del sistema. No está claro el futuro de la caja como organismo paraestatal. No cabe duda de que también en este caso habrá un antes y un después, con consecuencias sobre gran parte de los aspectos relevantes de la vida de todos los profesionales.
La silente crisis demografía existencial uruguaya seguramente comprometerá en el futuro cercano el modelo de beneficencia que las generaciones que nos precedieron trabajosamente construyeron. Hay sistemas que muestran señales fuertes de deterioro, como el sistema de salud pública y el sistema estatal de jubilaciones y pensiones. Hay indicios de que el Uruguay como Estado camina hacia escenarios de ruptura, con impactos sistémicos cruzados sobre las formas de gobierno. El destino del modelo de gobierno uruguayo es incierto. No se están encontrando soluciones para cuestiones que hacen a la sobrevivencia nacional. Hemos estudiado escenarios de desarrollo futuro y las proyecciones no son tranquilizadoras. La fortaleza del sistema democrático republicano se pondrá a prueba en los próximos años.
Retomamos el pensamiento del comienzo. Las crisis que mencionamos en los últimos párrafos evocan imágenes que, en primera instancia, pueden ser valoradas negativamente, pues parecen mostrar una realidad emergente que es muy desafiante y además realmente inquietante. Pero no necesariamente estas crisis constituyen la expresión de que algo no funcionó bien en alguna parte, en tiempos pasados. Deberíamos hacer el esfuerzo de ver la jubilación como un cambio propio del desarrollo de la vida. Sería una buena cosa para los profesionales jubilados y pensionistas ver la actual crisis de la Caja profesional como la ventana de oportunidad para considerar su actual inviabilidad financiera como un punto de quiebre entre un pasado apacible y un futuro desafiante.
¿Qué decir de las rupturas que se evidencian en el Estado benefactor uruguayo? Pensamos que los uruguayos deberían abandonar el actual estado de negación y dejar el proceso traumático de administración de culpas, para enfrentar los desafíos existenciales que plantea el futuro de nuestro Estado-nación para tratar de seguir siendo soberano.
*Carlos Petrella es ingeniero de la Universidad de la República en Uruguay y PhD por la Universidad Pontificia de Salamanca en España, especializado en procesos de innovación y atención de crisis antrópicas con foco en problemas vinculados con la gestión del conocimiento y la administración de tecnología. Codirige un equipo de Investigación en Gestión de Crisis Antrópicas.
*Carlos Tessore es ingeniero de la Universidad de la República en Uruguay y PhD por la State University of Virginia en Estados Unidos, especializado en procesos de análisis de la incertidumbre y los riesgos en grandes proyectos con foco en competencias y habilidades de gestión. Codirige un equipo de Investigación en Gestión de Crisis Antrópicas.
TE PUEDE INTERESAR: