El centrista Rodrigo Paz Pereira asumirá la presidencia de Bolivia el 8 de noviembre, poniendo fin a casi dos décadas de gobiernos del Movimiento al Socialismo (MAS). Con un discurso moderado y pragmático, el hijo del expresidente Jaime Paz Zamora logró conectar con una ciudadanía desencantada por la crisis económica y sedienta de cambio. Este artículo recorre su trayectoria, analiza sus propuestas y examina los enormes desafíos que enfrentará su gobierno.
La victoria de Rodrigo Paz en las elecciones de Bolivia marca un punto de inflexión histórico en la política del país sudamericano. Con el 54.5% de los votos en la segunda vuelta celebrada el 19 de octubre de 2025, Paz derrotó al conservador Jorge Tuto Quiroga, quien obtuvo el 45.5% de los sufragios.
Este resultado pone fin a 20 años de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS), la fuerza política que lideró Evo Morales desde 2006 y que solo tuvo una breve interrupción en 2019-2020. El desencanto con el MAS se explica en parte por una inflación que alcanza un 23% en lo que va del año y una escasez de combustibles y dólares que ha paralizado la demanda de los consumidores.
El presidente saliente, Luis Arce, felicitó a Paz a través de la red X: “Felicito a Rodrigo Paz Pereira, el presidente electo en una histórica segunda vuelta electoral que se realizó por primera vez en Bolivia y le deseo el mejor de los éxitos a su gobierno”.
¿Quién es Rodrigo Paz?
A sus 58 años, Rodrigo Paz representa tanto la continuidad como el cambio en la política boliviana. Es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (1989-1993), lo que lo conecta con el establishmentpolítico tradicional, pero supo presentarse como una cara nueva para un electorado hastiado de las opciones convencionales.
Su trayectoria política es extensa pero discreta: ha sido diputado, alcalde de la ciudad de Tarija de 2010 a 2020, y más recientemente senador. Estudió economía, relaciones internacionales y gestión pública en Estados Unidos, formación que según los analistas influye en su enfoque pragmático de gobierno.
Dos factores explican su sorprendente victoria. Primero, su habilidad para capturar el voto que perdió el MAS, tanto rural como urbano. Segundo, su acertada decisión de elegir compañero de fórmula al excapitán de policía Edman Lara, cuyo carisma y popularidad en redes sociales le dio un impulso decisivo entre votantes más jóvenes y de clase trabajadora.
El programa de gobierno: “Capitalismo para todos”
El eje central de la propuesta de Paz es lo que denomina “Capitalismo para todos”, un eslogan que busca diferenciarse tanto del estatismo del MAS como del neoliberalismo asociado a Quiroga. Este modelo comprendería medidas como una reducción de cargas tributarias y de aranceles, facilitar el acceso a créditos y adoptar un sistema de banda cambiaria con máximos y mínimos.
El concepto fue definido por el propio Paz en un debate previo al balotaje: “El capitalismo para todos es platita para la gente, estabilidad para que bajen los precios, reglas claras para producir con un Estado que te ayuda”.
Esta visión económica contrasta notablemente con el socialismo profesado por los gobiernos del MAS, que impulsaron la intervención del Estado en la economía y tomaron medidas nacionalistas. Según el economista y analista político boliviano Carlos Toranzo, “hay un cambio de lo que fue el modelo económico. Pasaremos del capitalismo de Estado y de camarilla, a una economía abierta en la cual se acepte a la inversión privada y extranjera”.
Tres pilares del cambio
Reforma económica con rostro humano: Paz ha prometido un “perdonazo” tributario que condone deudas y multas a los contribuyentes como parte de un “plan platita” que movilice la economía. A diferencia de Quiroga, descartó financiamiento del Fondo Monetario Internacional y prometió mantener programas sociales para los pobres mientras promueve el crecimiento del sector privado.
Descentralización del presupuesto: su “Agenda 50/50” proyecta una distribución equitativa del presupuesto nacional entre el Estado central (que hoy concentra más del 80% del total), las regiones del país y las universidades públicas. Esta medida responde a demandas históricas de las regiones, especialmente del oriente boliviano.
Reforma del Estado: su programa prevé congelar las actividades de las empresas públicas con déficits operativos, implementar un sistema digital para las compras estatales y aumentar los controles anticorrupción. Paz prometió que cortará “todos los beneficios a los políticos y al Estado tranca”, sosteniendo que el país destina más de US$1300 millones a “gastos superfluos”.
Desafíos inmediatos: entre la crisis económica y la seguridad
El gobierno de Paz hereda una situación económica crítica caracterizada por una inflación sostenida por encima del 40% interanual, desplome de las reservas internacionales (por debajo de los US$ 500 millones) y una devaluación progresiva del peso boliviano frente al dólar.
La escasez de combustibles es quizá el problema más apremiante. El ministro de Hidrocarburos saliente, Alejandro Gallardo, reconoció que la empresa estatal de energía estaba teniendo dificultades para obtener divisas para importar combustible. Paz anunció que ya está abordando el problema mediante acuerdos de pago aplazado con proveedores para garantizar que el diésel y la gasolina lleguen a los pocos días de su toma de posesión.
En el ámbito de la seguridad, el nuevo presidente enfrenta tres desafíos criminales principales según análisis de InSight Crime:
La expansión del narcotráfico: en los últimos años, el tránsito de cocaína por Bolivia se ha incrementado, y el país también se ha convertido en un productor creciente. Las fuerzas de seguridad descubrieron 1501 laboratorios de droga en 2024, un aumento del 74% respecto a 2023.
El auge de la minería ilegal: el alza del precio del oro ha alimentado este flagelo, agravando el daño ambiental y creando oportunidades para grupos criminales organizados. Bolivia se ha convertido en el mayor importador de mercurio de América Latina.
El contrabando en expansión: los bienes que se introducen o salen ilegalmente del país alcanzaron un valor de hasta US$ 3500 millones en 2022 –casi el 8% del PIB– y el contrabando crece más rápido que la economía formal.
La reconfiguración de la política exterior
Uno de los cambios más significativos del gobierno de Paz será en las relaciones internacionales. El presidente electo anunció que su gobierno reanudará las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, interrumpidas desde 2008, cuando el entonces presidente Evo Morales expulsó al embajador estadounidense.
Este giro ya había sido señalado por el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, quien en la noche electoral describió el triunfo de Paz como un “momento histórico” y dijo que Estados Unidos está dispuesto a colaborar con Bolivia en prioridades comunes como “poner fin a la inmigración ilegal, mejorar el acceso al mercado para la inversión bilateral y combatir las organizaciones criminales transnacionales”.
Paz también anunció la apertura de una nueva etapa de diálogo con Chile, país con el que Bolivia mantiene disputas históricas por el acceso al océano Pacífico. “Queremos que ambos países trabajen de forma más cercana y en beneficio de ambos pueblos”, sostuvo.
Respecto a vínculos estratégicos, Paz afirmó que su administración revisará todos los contratos firmados por el gobierno saliente en materia de litio, especialmente los acuerdos con empresas y gobiernos de Rusia y China.
Gobernabilidad y expectativas
Uno de los mayores desafíos políticos de Paz será la gobernabilidad con un Congreso fragmentado. Su partido no cuenta con mayorías legislativas: según los reportes, tiene solo seis escaños en la Cámara Alta y cuatro en la Cámara Baja.
Esta composición parlamentaria podría complicar la aprobación de las leyes y reformas que Bolivia necesita. El nuevo presidente deberá construir acuerdos con otras fuerzas políticas, probablemente incluyendo a los seguidores de Quiroga, derrotado en el balotaje.
El éxito de Paz dependerá de su capacidad para conciliar visiones encontradas en un país profundamente dividido después de dos décadas de polarización. Como señaló la analista Gabriela Keseberg Dávalos, el resultado de las elecciones en Bolivia anuncia “un cambio de era, pero veremos si es sustentable”.
Rodrigo Paz asume la presidencia en uno de los momentos más complejos de la historia reciente de Bolivia. Hereda una economía disminuida, instituciones debilitadas y un entramado de actores ilegales que han consolidado poder local. Su promesa de “capitalismo para todos” será puesta a prueba inmediatamente por una realidad que exige soluciones concretas para problemas urgentes. Su capacidad para construir consensos, implementar reformas pragmáticas y mantener la estabilidad social determinará si su gobierno marca realmente el inicio de una nueva era para Bolivia o se convierte en otro episodio de la historia política del país.
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