La Fiesta de la Chacra, en su octava edición, recibió a decenas de emprendedores y pequeños productores que se presentaron en stands donde ofrecieron sus productos. Quesos, vinos, mermeladas, conservas, tejidos, productos medicinales naturales, artículos de decoración y mucho más, hicieron parte del paisaje variopinto de las jornadas en San Jacinto.
La Mañana dijo presente y dialogó con tres de ellos: Cecilia Mato, quien realiza ovejas de lana merino en diversos tamaños; Cristina Ramos de Wairá, un proyecto de mujeres rurales que elaboran tejidos; y Pamela Pérez, una joven emprendedora que lidera la quesería artesanal Abuela María. Para las tres mujeres, la Fiesta de la Chacra representa no solamente un evento más en el que presentar sus emprendimientos, sino que es fundamental ya que suelen vender y darse a conocer por más público.
Quesos con identidad
En el caso de Pamela, la historia con la quesería se remonta a su nacimiento hace 28 años, ya que su padre fue el fundador de Abuela María. Relató que se elaboran quesos en su casa desde que nació. Hizo secundaria y luego ingresó a la Escuela de Lechería de Colonia Suiza, donde incorporó conocimientos que le permitieron manejar el negocio familiar y, actualmente, ser quien lo lidera.
La familia Pérez es de Barrancas, Tala, una zona rural con poca población. Luego de que Pamela tomara el mando de Abuela María y, gracias a sus estudios, lograron mejorar los productos y crecer. Hoy, además de la firma de quesos de leche vaca, también están iniciando La Alfonsina, una marca de quesos de oveja.
“Hacemos quesos artesanales, comunes, saborizados, y este año comenzamos con el queso de oveja. Estamos conociendo la leche y es muy interesante, planificamos crear más productos que solo quesos”, explicó. Esto se dio de cara a que el Instituto de Colonización promovió la creación de cinco tambos dedicados a este producto, y la familia Pérez salió sorteada con el equipamiento para crear la sala de ordeñe, elaboración y secado. Además de esto, hacen facturación, siempre Pamela y sus padres que, si bien están jubilados, ayudan con el proyecto.
“Hay que buscar siempre la manera de innovar con algo, es un rubro que se mantiene bien, se le va sacando ganancia en el día a día, pero no se genera mucho dinero, aunque sí se aprovecha para hacer una cajita de ahorro. Para comercializar nuestros productos hacemos ferias vecinales los fines de semana”, comentó la entrevistada.
Este es el quinto año que Abuela María participa en la Fiesta de la Chacra, y Pamela considera que para los pequeños productores es un espacio de disfrute y oportunidad. “Le podemos dar otro valor a la mercadería, las personas se acercan y empiezan a conocernos, el contacto es todo. Comercialmente nos da resultado”, afirmó.
Los productos de Abuela María son naturales, no utilizan conservantes y el plan es seguir teniendo esa identidad, si bien a veces corren el riesgo de que se les pasen de maduración, optan por no usar conservantes, “los ponemos en oferta antes de que eso suceda, pero no cambiamos el sabor de nuestros quesos”, dijo Pamela.
La entrevistada nació y se crio en un rancho con piso de terrón, por eso vive la Fiesta como un momento de conectar con su infancia, de recordar y disfrutar. Indicó que le interesa que más jóvenes conozcan esa realidad, cómo vivieron sus padres o abuelos. “Quiero inculcar a mi hija que todo tiene su valor, todo lleva su trabajo, pero el campo es lindo y disfrutable porque además te permite estar en familia”, señaló.
Lo que trajo el viento
Cristina Ramos es una de las integrantes de Wairá, un proyecto que nació a través del grupo de Mujeres Rurales Tejedoras de la zona rural de Tala. Hoy son cinco las mujeres, pero en 2009, cuando surgió el emprendimiento, eran muchas más. Algunas tejen crochet, otras tejen dos agujas, otras hilan lana, pero todas se juntan una vez por semana en un taller a planificar y presentar tus creaciones para la venta. Las integrantes compran la lana en conjunto y luego la dividen para que cada una haga sus trabajos.
Cristina está desde el principio en el grupo y recordó que el surgimiento se dio por iniciativa de dos señoras mayores de la zona rural, una sabía tejer y la otra hilar, por lo que hicieron un llamado a través de la radio de Tala, Naturaleza FM. “Por eso nos llamamos ‘lo que trajo el viento’: Wairá”, explicó.
En su caso, está a muchos kilómetros de las impulsoras del grupo, que son de Ombúes y de Barrancas. “La primera reunión la hicimos en la plaza de Tala, después anduvimos por diferentes lugares, algunos prestados por el municipio, y ahora alquilamos un local que nos cobra poco porque es de la Asociación de Camioneros y son amigos nuestros”, relató.
El grupo de mujeres hace tejidos con lana natural, primero la hilaban ellas, pero ahora la compran porque el hilado da trabajo y encarece los productos, ya que hilar puede llevar unas 10 o 12 horas.
En cuanto a las ventas, la entrevistada sostuvo que desde 2009 hasta ahora hubo momentos en los que se vendió más, participaban de diversas ferias en Montevideo, además, realizaron cursos de marketing a través del Mides para mejorar las ventas. “Íbamos a las ferias de las Mujeres Rurales, porque en nuestra zona solo trabajamos por pedido, no hay poder adquisitivo para que nos compren en cantidad, por eso hacemos el stock justo para que no nos sobre ropa y pase de moda”, explicó.
En cuanto al recambio generacional, Cristina dijo que los jóvenes ya no quieren trabajar en el rubro, que han hecho cursos de hilado, de telar, de tejidos y participan para aprender para ellos mismos, no como una salida laboral.
Cristina dijo que la Fiesta de Chacra es muy importante porque se presta para vender toda la mercadería. Al mismo tiempo, comentó que desde niña vive en zona rural, y la chacra forma parte de su vida. “Hice mis estudios de secundaria y después criábamos pollos con mi familia. Ahora ya no criamos pollos, tenemos animales y plantamos para consumo propio, no para la venta”.
Una oportunidad única
Cecilia Mato de Contar Conmigo elabora ovejitas artesanales en lana merino, con patitas, su cascabel, cara bordada y hechas a mano en su totalidad. El emprendimiento lleva ese nombre por la referencia de contar ovejas para dormir. Su proyecto comenzó en pandemia porque es agente de viajes y con el cierre de las fronteras no pudo trabajar. Ahora hace ambas cosas.
Todos los fines de semana va una feria diferente, en diciembre estará en Montevideo, en Canelones, en San Jacinto y en El Pinar, luego en Durazno. Sin embargo, aseguró que la Fiesta de la Chacra es de los mejores eventos para comercializar sus productos. “En todo lo que sean expo o estén vinculados a productos de campo me va mucho mejor que en una feria navideña. Además, me gusta mucho esto de pasar el día en estas instancias, es la tercera vez que vengo y siempre me va muy bien”, señalo a La Mañana.
En este momento Cristina hace sus ovejas en serie fundamentalmente, explicó que primero crea los moldes de todas las caras en tela y luego las rellena de guata, una vez que tiene varias caras realizadas pasa a las patas y las produce en gran cantidad. “Hago todo tejido a mano sin aguja”, agregó.
Al inicio empezó con un tamaño solo y a medida que las personas le fueron pidiendo sumó cinco tamaños, llaveros, colgantes, imanes para heladera. La lana la consigue en una hiladora que la vende limpia, ella la tiñe.
“Es hermosa esta fiesta, las mujeres, las vestimentas típicas, la tradición y el cariño con el que hacen todo, y la amabilidad con la que nos tratan”, aseguró.