En Uruguay el consumo anual por persona es de 9 kilos contra 75 en Centroamérica. Uruguay produce lo suficiente tanto para el consumo interno como externo, pero somos estructuralmente muy caros para producir.
Guillermo O’Brien, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) dijo a La Mañana que cuando Naciones Unidas declaró el 31 de octubre como Día Internacional del Arroz, se puso en relieve y se destacó lo que “el arroz representa para la alimentación mundial” como “fuente energética y más del 50% de la alimentación diaria de la población de todo el mundo”.
El arroz “es un actor más que importante, a pesar de que nosotros estamos en una región del mundo en la cual quizá no lo percibimos por razones culturales”, señaló.
“En Uruguay se consumen unos 9 o 10 kilos por habitante en el año, pero en Asia que es donde se produce y consume el 95% del arroz del mundo, los consumos por persona son de 80 u 85 kilos por año. Eso muestra la relevancia que este cereal tiene en el planeta. No hay dudas de que forma parte de la alimentación básica de millones de personas, y así hay que valorarlo”, enfatizó.
Acá en Uruguay “ha de haber muchos que piensan que comen mucho arroz, pero en Asia comen diez veces más”. Y no solo en aquella parte del mundo, “también en Centroamérica hay una cultura de consumo mucho más parecida a la asiática que a la de América del Sur, con un consumo de entre 75 y 80 kilos, con por lo menos tres consumos diarios: desayunan con arroz, almuerzan, algunos meriendan y también lo usan en la cena. Es como el pan nuestro”, comparó O’Brien.
Ese mayor consumo se puede explicar por la economía, pero también por lo cultura. “Ambos factores intervienen”, continuó el presidente de ACA, agregando que “realmente es el alimento más barato para atender las necesidades diarias”.
Si pensamos lo que vale un kilo de arroz blanco en el mundo, aproximadamente un dólar o dólar y medio, y vemos lo que rinde cada kilo llevado al costo por día y la capacidad de alimento que posee, “podemos darnos cuenta, gráficamente, de que es un alimento muy económico”.
También ayuda la versatilidad: “Hay distintas formas de uso, en platos principales, como acompañamiento, se puede comer frío o caliente, y también en postres y licores”, pero todo eso “es parte de culturas muy regionales que definen el consumo”.
El caso de Centroamérica, “me parece muy curioso lo que sucede con el arroz, porque es una cultura que como la nuestra fue muy influida por los hispanos, sin embargo tienen un consumo muy importante”, reflexionó O’Brien.
Ese alto consumo “marca a Uruguay que es un país netamente exportador; observar dónde y qué se consume nos lleva a poner los focos de atención para intentar aumentar el intercambio comercial. Desde hace muchos años en ACA marcamos a Centroamérica como el gran objetivo, porque son los que están más cerca”.
Por otro lado, “en Asia no podemos vender, no somos competitivos de ninguna manera debido a la distancia”, pero en Centroamérica “tenemos un mercado creciente”, además de ser una zona que supo ser productora, “pero esa producción local disminuye año a año por cambios culturales, y al mantener el consumo se van dando los espacios para poder comercializar”.
Otro fenómeno que se da en algunos países y que “es natural que así sea, es que cuando las economías van mejorando empiezan a darse cambios en la alimentación que sustituyen al arroz, por ejemplo, por proteínas, y ahí está el éxito de la carne en Asia en función del crecimiento de la economía de los países y las personas”.
Uruguay y un año muy complejo
Sobre Uruguay, O’Brien sostuvo que “somos un país estructuralmente muy caro para producir, y en el caso del arroz, concretamente, seguimos con niveles de costos en torno a los US$ 2000 por hectárea”.
Actualmente, “tenemos una coyuntura donde el mercado internacional, por distintos factores, en un año bajó el valor de la tonelada en torno al 40%. Entonces, cuando la facturación o el ingreso al productor cae un 40% debido al mercado internacional, se queda expuesto a los problemas estructurales de costos altos. ¿Contra quién quedamos expuestos? Frente a nuestros competidores, que logran una tonelada de arroz a un valor más económico y por eso pueden acceder a mercados y venderlo”.
Eso genera problemas “como los que ahora está viviendo el sector con una baja de precios, una zafra que pasó del récord de más de 1,7 millones de toneladas arroz cáscara, con un volumen de venta muy importante del 75%, y un restante del 25%. Ese restante es un volumen grande en un mercado a la baja”.
Eso se da “en plena siembra de una nueva zafra, que ya lleva el 90% de la nueva siembra”, por lo que las perspectivas de la próxima cosecha son “de un negocio muy complejo”.
Estas crisis “no son nuevas para el arroz, y se sobrellevan buscando soluciones en la interna. Debemos buscar mejorar algunos de los costos que podemos trabajar a nivel interno, como los costos de energía, de combustible y sobre todo los costos de la logística”.
“Seguimos siendo un país extremadamente caro en logística y como nos debemos a la exportación no lo podemos evitar”, y por eso la importancia de “habilitar corredores bitrenes que permitan bajar los costos de la tonelada al puerto entre un 25% o 30%”, precisó.
En el caso de la energía “tenemos superávit productivo, pero también los costos más caros del Mercosur. Se debería usar ese superávit en fomentar el cultivo bajo riego, para el arroz y otras producciones”.
Y por supuesto, también se deberían tomar “medidas estructurales que perduren en el tiempo por encima del gobierno de turno, fomentando la única riqueza genuina del país: la agroexportación”.




















































