Pablo Montaldo, presidente de la Cámara de Empresas de Servicios Financieros del Uruguay (Cesfur), recorrió, en diálogo con La Mañana, los últimos años que transformaron al sector. Aseguró que el punto de quiebre se dio en dos procesos: la bancarización obligatoria y el avance de los pagos digitales. Sostuvo que el desafío inmediato es agrandar el negocio con nuevas actividades reguladas sin abandonar el servicio tradicional.
Montaldo está vinculado al gremio desde hace más de una década. Antes de Cesfur, participó en la histórica Asociación de Casas de Cambio. A Cesfur está vinculado desde 2015, primero como tesorero y ahora como presidente. Repasó una línea de tiempo que, a su entender, explica el presente: la figura de empresa de servicios financieros nace en 2011, otorgando las mismas facultades de las casas de cambio –compra y venta de moneda extranjera– y sumando otras como transferencias internacionales de fondos y la posibilidad de ofrecer préstamos.
El entrevistado recordó que, en los inicios, el sector apuntó a tres nichos: cambio de divisas, transferencias internacionales y, en menor medida, crédito, opción que quedó subutilizada. El punto crítico llegó con la bancarización obligatoria que aceleró la caída del uso de efectivo en Uruguay, en sintonía con una tendencia global. “A medida que los pagos empresariales y personales migraron a aplicaciones y otros sistemas, se golpeó el negocio”, señaló. Competir con actores que manejan dinero electrónico, en particular los bancos, se hizo cuesta arriba.
Para amortiguar el giro del mercado surgieron las redes de cobranzas y pagos. Abitab, recordó, fue pionera, con un modelo de franquicias vinculado a la banca de quinielas. A los agencieros se les ofreció sumar un local Abitab; algunos de ellos, además, operaban como casa de cambio. Otros, que no pertenecían a la banca, impulsaron RedPagos. “Fue una estrategia para complementar el negocio de cambio, sobre todo en locales con menor facturación y mejoró la rentabilidad”, explicó.
Sin embargo, el menor uso de efectivo y el avance de los pagos por internet restaron tránsito a los locales físicos. “Los bancos se tecnificaron mucho y crearon herramientas”, dijo. En ese cuadro, Abitab tiene el adicional de los ingresos por juego que RedPagos no posee. “No es un rubro enorme, pero suma”, comentó. La conclusión es que los negocios tradicionales de las casas de cambio y servicios financieros se achicaron por la caída del efectivo y la unidad pensada para compensar esa merma también está amenazada.
Una respuesta que avanzó en los últimos años fue la figura del corresponsal financiero. Las empresas pueden operar con locales asociados que no son franquicias propias: un tercero coloca el punto de atención, aporta personal y trabaja con la marca. “Ese modelo creció bastante; permite compartir costos, abrir más locales y mantener presencia sin que la empresa esté físicamente en cada sitio”, describió Montaldo.
Puerta al futuro: criptoactivos bajo regulación
En paralelo, Cesfur mantiene una mesa de diálogo con el regulador, el Banco Central del Uruguay (BCU), para explorar nuevas actividades. El dirigente reconoció que muchas propuestas nacen de los propios asociados, pero requieren validación normativa. El caso más común a todos es el de los criptoactivos. “El regulador nos ha dicho que no podemos operar con cripto ni nosotros ni los bancos, porque legalmente no son moneda sino activos virtuales; y hoy solo estamos habilitados para comprar y vender monedas”, explicó. Pero la Cámara plantea habilitar, bajo reglas del BCU, un servicio de intermediación sencillo, que un cliente pueda llevar dinero a un local y recibir el equivalente en su billetera virtual, o a la inversa. “Sería una nueva línea de negocios que necesita una regulación específica”, afirmó. El foco está en las monedas estables (stablecoins) atadas al dólar.
Cesfur integra la Comisión Internacional de Asociaciones no Bancarias de Transferencias de Monedas, Empresas de Servicios Financieros, Casas, Agencias y Corretoras de Cambio del Mercosur, que reúne a asociaciones de países vecinos en el universo del cambio y los servicios no bancarios, pero no es igual en todos los Estados.
En Argentina, por ejemplo, conviven casas y agentes de cambio; las primeras recién están saliendo a operar tras años de cepo, “pero aún no logran retomar el negocio”. El caso paradigmático es Brasil, donde las corretoras de câmbio se parecen a las casas uruguayas, pero el mercado también se bancarizó y surgió una figura que es la “institución de pagos”, que habilita sistemas similares como Mercado Pago o Prex a operar. “Nosotros estamos tomando ejemplos de ese mercado para generar oportunidades”, dijo.
El entrevistado explicó que el negocio tradicional ya se tiene y está achicado, por lo que pretenden agrandarlo y permitir actividades con su debida regulación. Entre esas actividades figuran servicios vinculados al ecosistema de pagos digitales, posibles alianzas operativas con proveedores tecnológicos y, cuando exista marco normativo, operaciones acotadas con criptoactivos de baja volatilidad.
La hoja de ruta que traza Cesfur propone preservar lo que funciona, habilitar nuevas líneas bajo control y ganar densidad tecnológica donde sea rentable. “Estamos en un momento difícil” pero prefiere sumar una línea de horizonte: “Si se abren las actividades que pedimos y se regula el espacio cripto con foco en monedas estables, el sector puede recuperar dinamismo”.
Negocio y empleo
La estructura actual del ecosistema muestra dos familias, por un lado, 46 casas de cambio y, por otro, 18 empresas de servicios financieros, de las cuales 16 están afiliadas a Cesfur. “Somos menos, pero tenemos mayor volumen operativo por empresa”, puntualizó Montaldo. El segmento de los servicios financieros emplea a alrededor de 1000 personas, un dato que indica que no se trata solo de preservar negocios, sino de sostener el trabajo.





















































