Se vuelven a encargar obras de grandes artistas –actividad realizada por los copistas de antaño de los museos– por el deseo de poseer una imagen cuya adquisición sería difícil por su elevado precio, con la reinvención de personalizar la obra para quien hace la comanda. En este caso vemos una réplica adaptada de una obra de Roy Lichtenstein, realizada para un estudio profesional, con un cambio en el texto del diálogo.
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