En el marco de la gira comercial organizada por Tafirel y Barraca Erro, productores de Uruguay y Paraguay recorrieron la provincia filipina de Nueva Écija, conocida como el “granero de arroz” del país. La delegación conoció de primera mano el sistema estatal de riego, las prácticas tradicionales y tecnificadas de cultivo y visitó el Instituto de Investigación PhilRice, donde el arroz es tratado como una cuestión estratégica de soberanía alimentaria.
En el segundo día en Filipinas, la gira comercial organizada por las empresas Tafirel y Barraca Erro, junto a productores de Uruguay y Paraguay, incluyó una visita a Nueva Écija, ubicada en la región de Luzón Central. Esta zona es ampliamente reconocida como el “granero de arroz” del país debido a su importante contribución a la producción arrocera.
Saliendo de Manila, la capital de Filipinas, hacia el norte, en los casi 200 kilómetros de recorrido se suceden pequeñas plantaciones de arroz. A lo lejos, las cadenas montañosas y el volcán Monte Arayat enmarcan un sinnúmero de predios de arroz artesanal en unidades productivas delimitadas por muros prefabricados de cemento.
En las chacras, grupos de pequeños productores realizan tareas manuales como el trasplante de plantines de arroz en parcelas ya inundadas, fumigan por aspersión con mochilas o llevan a cabo labores de labranza con el carabao, una especie de búfalo de agua doméstico.
Al arribar, un grupo de productores dio la bienvenida a la delegación en una de las chacras y describió algunas características productivas.
Richard Duldulao, propietario de una hectárea de tierra donde cultiva arroz, comentó a La Mañana que siembran arroz híbrido y producen dos zafras anuales. “La zafra durante la época seca rinde un promedio de 6 a 8 toneladas por hectárea (ton/ha), y en el período de lluvias el rendimiento es de aproximadamente 4 ton/ha, alternando cada una con arroz híbrido y convencional”. Consultado por la extensión promedio de las unidades productivas, mencionó que en esa zona la mayoría de los predios tienen entre 1 y 5 hectáreas, aunque existen productores que pueden llegar a tener hasta 80 hectáreas. El rendimiento en esta zona arrocera supera el promedio nacional.
Interesado en cómo llega el agua para el riego a los cultivos de arroz, uno de los integrantes de la gira, Paulo Rocha Rodrigues, reflexionó que en Uruguay cada productor construye sus propias obras de riego, pero que en Filipinas la Administración Nacional de Irrigación (NIA, por sus siglas en inglés) es responsable de todo el sistema de riego que abastece la producción.
La NIA fue creada en 1963; originalmente pertenecía al Ministerio de Obras Públicas, pero fue transferida al Departamento de Agricultura para fortalecer la producción de alimentos y las iniciativas de riego. Se encarga de desarrollar, construir y mantener infraestructuras de riego para asegurar un suministro adecuado de agua para la agricultura: gestiona y administra los recursos hídricos y garantiza que los agricultores reciban agua en condiciones aceptables.
Continuando la recorrida, pasando por la ciudad de Muñoz, donde se alternan viviendas, comercios y chacras de arroz, se realizó una visita al Instituto de Investigación Filipino PhilRice, dependiente del Departamento de Agricultura Nacional y ubicado en la ciudad científica de Muñoz. Allí, varios investigadores realizaron una descripción pormenorizada de las áreas en las que el Instituto trabaja, tanto con investigadores filipinos como en colaboración con científicos y estudiantes de diferentes nacionalidades.
Una de las principales tareas del instituto es el almacenaje y la preservación de variedades mediante el germoplasma, donde se conservan más de 20 mil especies de semillas. Una de las áreas está dedicada al desarrollo de subproductos derivados del arroz, como vino, leche de arroz, panificados, productos cosméticos, entre otros. Una de las variedades en estudio es el arroz negro, que tendría efectos beneficiosos para tratar la obesidad y el cáncer.
Reynaldo Ferrer, investigador científico senior, explicó a La Mañana que se especializa en la investigación de raíces y enfermedades tanto del arroz como de otras plantas como café o maní. También se realizan experimentos para multiplicar y cuantificar las propiedades de los cultivos y semillas. El instituto posee cámaras para simular el cultivo, controlar condiciones de humedad, temperatura, luminosidad y emisiones de carbono. Otros investigadores trabajan con equipamientos como sintetizadores de ADN para realizar transgénesis y secuenciación genética.
Ferrer explicó que trabajan en colaboración con muchos investigadores y organizaciones de otros países, e invitó con entusiasmo a estudiantes y científicos de la delegación visitante.
Finalizando la jornada, se participó de un encuentro con delegaciones de diversas cooperativas de productores locales, autoridades y empresas de fitosanitarios y drones para uso agrícola.
Hicieron uso de la palabra la viceministra de la provincia de Nueva Écija, Jovita Agliam, y el director de Servicios Agrícolas del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), Agustín Giudice. Luego de las presentaciones de las empresas participantes, se realizó un intercambio de preguntas y respuestas.
El lema del Instituto de Investigación, compartido por todos los involucrados en el sector arrocero –desde productores hasta transportistas, cocineros y consumidores finales– es tener responsabilidad en todas las actividades vinculadas al arroz: “Riceponsability”, un juego de palabras entre rice (arroz) y responsability (responsabilidad), que destaca la importancia estratégica de este cultivo para el Departamento de Agricultura Nacional. Para los filipinos, “una comida sin arroz es merienda”, reafirmando el lugar central que este alimento ocupa en su dieta diaria.

























